Autor: Ignacio Serrano @iserranoc 16-4-2013
Joan Garriga no supo vivir sin velocidad
El embrión de los grandes duelos contemporáneos del
motociclismo español seguramente tenga su origen en la lucha que Joan
Garriga y Sito Pons protagonizaron a finales de los
80’ por el título mundial de 250 Cc. Fue en 1988 cuando el
rebelde e impetuoso Garriga desafió al comedido y tranquilo
Pons, a la vida y a su propia suerte; para acabar superado y sepultado
por su ansia y dependencia de la velocidad.
El fulgurante despegue de Joan Garriga,
oportunamente apodado como ‘Boeing 747′, llegó a medidos de la
década del despertar del motociclismo patrio; cuando con apenas 20 años se
elevó como uno de los pilotos más polivalentes y atrevidos de la parrilla
nacional. Un desborde de entrega y pasión con su Yamaha YZR; su
descaro y osadía en el asfalto y fuera de él hicieron que la sencillez de este
barcelonés desgarbado de cabello rizado se ganara el afecto y la admiración de
un mundo que, ajeno a lo que estaba por venir, disfrutaba de sus éxitos en
categoría nacional y de su inminente salto al Mundial.
Desesperado, buscó evadirse; y tomó la dirección
equivocada.
Condenado a dos años de prisión por complicidad en
tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas en 2003
Condenado a dos años de prisión por complicidad en
tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas en 2003
Después de años de crecimiento constante, su cénit, trágico
a la postre, se hallaría en 1988. Fue en esa temporada cuando mantuvo un duelo
permanente con Sito Pons por el título de 250 Cc. Igualado a la par que
espectacular, el empuje de Garriga se contrarrestaba con el temple de un Pons
que, casi siempre un punto por encima, acabó como campeón de dicha cilindrada,
empujando inconscientemente a Joan a un declive personal que desembocó
en una adicción a la cocaína y en su adiós definitivo de la motos.
‘Comecocos’ Garriga fracasó en sus posteriores
aventuras en 250, 500 y Superbikes, lastrado por una derrota que nunca superó.
Desesperado, buscó evadirse; y tomó la dirección equivocada. Condenado
a dos años de prisión por complicidad en tráfico de drogas y tenencia ilícita
de armas en 2003, según el informe del juicio Joan Garriga llegó a
consumir tres gramos de cocaína diarios. “Se me hacía muy difícil vivir
sin la velocidad y me sentía decepcionado de la gente que
mientras triunfaba me apoyó”, confesó a los médicos que elaboraron el
escrito. Acusado años atrás de quemar su negocio para cobrar el seguro; pocos
recuerdan la leyenda de un piloto que hasta él mismo quiere olvidar en la
montaña del Tibidabo, a las afueras de Barcelona, donde actualmente vive a sus
50 años.
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