viernes, 28 de agosto de 2015

Artículo publicado en: elmundo.es



http://www.elmundo.es/deportes/2015/08/27/55df387022601d431d8b4589.html

Escrito por Javier Sánchez
En un mal giro del destino, Joan Garriga, falleció este jueves en el Hospital Clinic a consecuencia de un accidente de moto que sufrió el jueves. Un final trágico, aunque anunciado por él mismo, para un piloto que emocionó tanto a los aficionados en el asfalto como los apenó fuera del él. Una figura única en el motociclismo español, pese a no poseer ningún título de campeón. Un artista... desde sus inicios.

Garriga, durante una entrevista con el diario MARCA hace dos meses.
Garriga descubrió el motociclismo, tarde, a los 12 años, con dos travesuras. Primero, le 'robó' la motocicleta a su hermano para recorrer la retorcida carretera de la Arrabassada, al norte de la Ciudad Condal, donde nació y creció, y después, ya apasionado, falsificó la firma de su padre para conseguir una licencia de competición siendo aún adolescente. De familia humilde, mientras otros pilotos recibían ayudas de fábricas de la zona, él tuvo que trabajar como mozo en una empresa de molduras de plástico y como botones en una oficina de La Caixa para poder costear las máquinas, su mantenimiento y los viajes.


La llamada de Yamaha
Nada le importó. Con la mayoría de edad, empezó a batallar en todas las carreras que pudo, fueran urbanas, de montaña o en circuitos, y necesitó tres títulos de campeón de España (1984, 1986 y 1987) y tres triunfos en la subida a Montjuic (de 1984 y 1986) para poder comprarse una JJ Cobas y dar el salto al Mundial. "Cuando me llamó Yamaha no me lo creía", decía sobre su debut en 1987 en un equipo oficial. El primer año, acabó undécimo y en el segundo ganó tres carrera y protagonizó uno de los momentos más fascinantes del motociclismo.

Aquel día renunció al miedo más humano, olvidó la muerte, y, libre, salvaje, empezó a adelantar por los arcenes, a lanzar su Yamaha al horizonte. Fue el 17 de septiembre de 1988. En la segunda vuelta de carrera en Goiana, circuito brasileño, el alemán Martin Wimmer le había enviado al suelo y se le escapaba la oportunidad de su vida. Podía ser campeón del mundo de 250cc, culminar por fin su trayectoria, pero para ello debía ganar y esperar que su 'enemigo' Sito Pons no subiera al podio. No lo consiguió. La energía le alcanzó para llegar al quinto puesto y el título que recibió entonces le acabó persiguiendo para siempre. Subcampeón. Sólo.

El abandono de Tabacalera
Aquel día le cambió la vida. Había rozado la gloria, había creado en España la afición que hoy sigue viva y luego... Convirtió la decepción en ilusión por correr en 500cc y la experiencia no acabó bien. Tras cuatro años sin resultados, en 1993, Tabacalera, su sponsor, le abandonó y entonces empezó todo.

"Me vi con mucha gente que mantener y del estrés me metí dos rayas de coca", admitía; el inicio de su caída. Su drogadicción le llevó poco a poco a perder salud y ahorros, en 2003 fue condenado a dos años de prisión por tráfico de drogas (no entró), y en los últimos tiempos acabó de tocar fondo. En 2012, un desahucio le dejó en la calle con su Seat Panda y su perra, y al año siguiente sufrió dos infartos. El mundo del motociclismo salió entonces en su ayuda, pudo empezar sobrevivir de la venta de camisetas, pero de poco sirvió. Este mismo junio, volvió a ser investigado, aunque no acabó acusado.

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